Octubre es un mes que nos trae colores distintos al verano. Dejamos atrás los azules, verdes, turquesas, que evocan al mar, para dar paso a los marrones, naranjas y beig. Colores y tonos que nos recuerdan al campo, las salidas al bosque, la recogida de frutos típicos de la época, como las castañas…
Y, al igual que el verano nos deja muchas ganas de transformar nuestro hogar, lo mismo nos debería de animar la llegada del otoño. Mimamos muy poco la entrada a nuestra vivienda, a pesar de que es la primera zona que pisan nuestros invitados y, por tanto, el lugar al que más atención prestarán en un primer momento. ¿Por qué no le damos un toque otoñal?
Si tenemos un espacio para colgar los abrigos y chaquetas, podemos cambiar el color del perchero. Un toque anaranjado puede ser un acierto. Si tenemos un mueble o pequeño aparador para dejar las llaves, estaría genial colocar unas velas en tonos dorado o beig. Y si acertamos a cambiar los marcos de las fotos o cuadros o adquirir láminas con algunos de estos tonos, para que todo combine, puede ser el broche redondo para conseguir una estancia de diez. Incluso estaría bien hacer un collage de cuadros o láminas en dorado, naranja y marrón.
No tenemos que invertir mucho dinero en este cambio, y tenemos que tener en mente que siempre podemos guardar lo que compramos para el otoño y colocarlo el año siguiente, sobre todo cuando optemos por productos que no estén de rabiosa actualidad o sean muy extravagantes, y que por tanto puedan ser atemporales.
Otro toque ideal para esta temporada puede ser jugar con las calabazas, de distintos tamaños, colocándolas en un cesto, sobre todo en fechas cercanas a Halloween.
¡Es cuestión de dejar volar la imaginación y jugar con los colores, tonalidades y productos de esta época, para sacarles todo el partido posible!