Septiembre está a la vuelta de la esquina y con ella, llega de nuevo la rutina. Se acaban las vacaciones, los días se van acortando y tenemos que hacer frente al comienzo del colegio y el trabajo. Por eso, antes de que entremos en un estado de ansiedad de desánimo, es importante que adecuemos un rinconcito de casa para sentir que no hemos perdido todo el confort que nos trae el verano.
La mejor solución es adecuar un espacio de casa, que no tiene que ser muy grande, para relajarnos. Un lugar que podamos aislar del resto de la familia y que sintamos como propio. Si tenemos una vivienda amplia, lo ideal sería escoger una habitación, pero si el espacio es más reducido, podemos encontrar nuestra paz en un trocito del salón, del jardín o de la terraza.
Lo primero es elegir los colores de la pintura, si podemos distinguir esta estancia del resto de la vivienda. Siempre optaremos por colores cálidos y reconfortantes, como el beig, blanco, blanco roto o similares. Y se pueden combinar perfectamente con los tonos de la decoración, que pueden ser tierra o verdes, simulando a la naturaleza, en la que podremos encontrar la tan ansiada paz mental.
No necesitamos mucho. Con un sofá o sillón cómodo, en el que podamos colocar uno o varios cojines; una mesa auxiliar para dejar una lámpara, un libro, el móvil y una bebida; y algún cuadro inspirador, con un paisaje relajante o una frase motivadora, tenemos suficiente. Si nos gusta practicar algún tipo de deporte, podemos guardar una esterilla y algunos instrumentos tales como pesas, en una cesta, para tenerlos a mano.
Si prefieres adaptar un lugar a un estilo más informal, basta con escoger un puf cómodo en el que poder sentarte, acompañado igualmente de una mesa auxiliar o un mueble de pequeño tamaño para poder usarlo para dejar los utensilios que necesitemos.
Siempre debemos buscar la sencillez de este espacio, especialmente si nuestro espacio es reducido, pero siempre pensando en aquello que nos hace felices y nos saca una sonrisa.